domingo, 22 de agosto de 2010

cazador cazado

El cazador cazado






Una tarde, un cazador decidió salir a cazar. El cazador no se dedicaba a cazar porque fuera su trabajo, solo lo hacía porque le encantaba hacer sufrir a los pobres animales. Salió en compañía de su perro, que aunque era muy fiel a su amo, siempre estaba hambriento porque el cazador nunca le daba de comer.

Esa tarde, el cazador estaba decidido a cazar una hiena, puesto que deseaba mucho tener un limpia pies hecho con piel de hiena.

El pobre perro hambriento y el cruel cazador se adentraron en la sabana en busca de la deseada hiena. Las horas pasaban y pasaban, pero ninguna hiena daba señales de vida, solo habían encontrado un ratón, pero como la piel de este no servía para nada, el cazador no le prestó atención. Pero el ratón si que les prestó atención, sobre todo al perro, pues al verlo tan flaco y hambriento no pudo contener las ganas de burlarse de él. Así que el ratón decidió seguir al perro y aprovechar cada ocasión para burlarse de él.

La impaciencia del cazador iba aumentando a cada minuto y junto con esta la crueldad del cazador, así que ahora cada vez que el hambriento perro se atravesaba en su camino lo corría de una fuerte patada. Todo esto era visto por el ratón burlón que no solo se reía de la suerte del pobre perrito, sino que además celebraba la crueldad del cazador.

Justo en eso, el cazador ve que a lo lejos hay una desprevenida hiena tomando el sol. Era el momento que esperaba. El cazador tomó el rifle y lo apunto cuidadosamente a la hiena. Cuando se disponía a disparar, sintió un fuerte y punzante dolor en una de sus piernas; era el perro que no soportó la crueldad de su amo y se decidió a impedir la muerte de la indefensa hiena.

El amo estaba indignado. No podía creer que su propio perro se hubiera vuelto en su contra, así que nuevamente tomó su rifle, pero esta vez lo apuntó hacía su mascota. Justo entonces, sintió otra puntada mucho más fuerte que la anterior en su otra pierna. Era la hiena que había visto como el pobre perro salvó su vida y había decidido devolver el favor.

Rápidamente el perro tomó el rifle y lo apartó de las manos de su amo. En eso la hiena se abalanzó sobro el cazador y le mostró sus fieros dientes. El cazador pensó que este sería su fin y que había llegado el momento de pagar por toda la crueldad que había cometido en su vida, pero en eso la hiena se puso a reír y le dijo al cazador que no le haría daño, pues los animales solo cazan para comer y no para vengarse. Pero antes de dejar que el cazador se fuera, la hiena le pidió al cazador que prometiera dejar de lado su crueldad para siempre y así lo hizo.

El ratón burlesco, que estaba mirando todo esto, lloraba de risa al ver la paliza que había recibido el cazador, pero a la hiena y al perro no les gustó que se burlara del cazador, así que rápidamente la hiena pescó de la cola al ratón y le dijo que si lo volvía a sorprender burlándose de alguien le tocaría a él recibir los mordiscos.

Finalmente, el cazador regresó a su casa con el hambriento perro, pero esta vez le dio un buen plato de comida, porque gracias a él había aprendido que la crueldad solo trae más crueldad.